viernes, 27 de noviembre de 2009

Al encontrarte. Se emocionan mis sentidos. Gimen versos. Enmudeciendo lo no hermoso. La queja se dulcifica. Apareces. Me sorprendes. Me vuelves niña. Que aprende a ser quién es en tus pupilas. Y yo te invento. Un nuevo brillo. Que en tu piel se vuelve lluvia y serpentinas. Que nos llenan de mágicos colores. Nos apartan del tedio de los días. Mi mirada te devuelve la inocencia, en lujuria convertida. Y la ternura, se erige en nuestra rima. Tu lluvia saboreo. Se vuelve almíbar. Libada por mis senos. En néctar convertida. Tus manos malabares me recorren. Se entrelazan tus ramas y las mías. Taparán los huecos de mi tronco. Y en su prisa, se harán jadeos, de urgencia de pasiones. Del huir, de aguas cautivas. Corriendo libres por los prados del deseo. Cuál ríos que murmuran y salpican. Al fin, somos palabras salpicadas. Palabras que traen dicha.

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